domingo, 27 de diciembre de 2015

Jubilar mi ordenador

Jubilar un ordenador.
No es fácil… en serio… golpear sus seniles teclas me hace casi imposible desterrarlo de mi mesa. Esa mesa… que cansada como él soporta cada día mis mejores y peores momentos.
Mi viejo ordenador… que vivió como yo, aquella sensación de fundar un hogar… Que soñó conmigo un futuro feliz cargado de ilusiones…Que escribió de mi mano relatos que quizá no lleguen muy lejos… pero posiblemente me hagan eterno… Que en algún momento, cuando ya no existan los libros impresos, un joven que aún hoy no estará engendrado, lo encuentre entre los deshechos de un anticuario, y le llame la atención su portada; luego lea mi nombre, y hasta puede que el comienzo de la trama. Entonces… allí donde se encuentre mi alma… porque estoy seguro que todas las almas son inmortales, que tan solo mueren del todo aquellos que nunca la han tenido… le dedicará un guiño y una sonrisa.
 Ese viejo ordenador… sus teclas, cuesta arrancarlas de mis manos. Sería un ingrato si olvidara lo que pasamos juntos… Sonrisas… lágrimas, miedos y anhelos. Vi mucha vida en su vieja pantalla… mucho mundo. Puede que me enseñara más que la vida casi, y sin que la lluvia me mojara o el frío me arreciara.
Es cierto que no es más que un objeto inanimado… una máquina. Pero no es menos cierto que fue mucho lo que me dio sin entenderlo.
Es por todo ello, que dejarlo atrás no es fácil… No estoy preparado para hacerlo.
Pagaré mi tributo… Es lo justo. Sanaré sus heridas mientras pueda, y seguiré confiándole mis secretos.

No… No jubilaré mi viejo ordenador… No sufriré su ausencia si puedo evitarlo.

sábado, 31 de octubre de 2015

LA NOCHE DE LOS MUERTOS

Demasiada vida ya la que he vivido... Demasiada vida por vivir… o quizá no... Pero últimamente huyo de las cosas que se alejan de lo que fueron; me causa una profunda inquietud lo que se sale de lo que siempre ha sido.
En estos días todo el mundo habla de muerte… o puede que no... La noche de Haloween la llaman ahora... desde hace unos pocos años... Ya era yo muy adulto cuando empezó a utilizarse aquí esa palabra. No sólo a utilizarse, sino a abusarse de su utilización.
Era muy mayor cuando alguien descubrió el anglicismo... o mejor dicho, lo trajo a este país nuestro, que siempre buscó lo de fuera pensando que supera lo que tenemos... “Que genial idea…,” (pensó un iluminado), adivinando el potencial económico que supone por estos lares cualquier cosa heredada de los americanos. “Supera con mucho  nuestra noche de los muertos”. Hala… y todos a seguirle como borregos; como siempre pasa en este país, sobre todo cuando se trata de inventar una fiesta.
Mi noche de los muertos... me dije yo… ¿Qué será de ella?
Esa noche que cuando éramos pequeños nos hacía cagarnos de miedo literalmente, pero conseguía acercarnos  a esa realidad que estaba ahí... triste… dura… pero cierta, por mucho que la pinten divertida en las caras de los niños de ahora…La muerte… Siempre presente… compañera de la vida.
No nos vestían como los padres actuales visten a sus hijos... No de muertos, sino de  vivos; porque esos niños a los que visten de fantasmas o  zombis, y sus progenitores mandan a importunar por las puertas pidiendo golosinas, no van vestidos de muertos... se saltan ese paso... lo que representan son seres que murieron y vuelven a estar vivos. Queremos facilitar tanto la vida a los pequeños que hasta en un día como éste, nos importuna mostrarles ni por un momento la muerte. Tal como es... tan amarga y tan triste... El fin de una existencia.
Lo que viene después, nadie lo sabe aún, ni a lo largo de los tiempos, ciertamente, nunca se ha sabido. Puede que haya otro lugar donde habiten los que abandonan la vida... pero lo que es muy cierto es que no es aquí, entre nosotros... Ni como fantasmas ni como engendros... Del que se va de aquí... de esta tierra, sólo acaban quedando cenizas o huesos inanimados.
Mostremos a nuestros niños la vida tal como es... y  la muerte, con sutileza. Presentémosla a estos infantes con los matices que correspondan a su edad y entendimiento,  y no les mostremos una fiesta llena de seres que murieron y volvieron, y que en su nueva personalidad de pos muertos, todos retoman ese nuevo ser en que se reencarnaron, curiosamente, mucho más malvados de lo que se fueron.

Festejemos la vida... Festejemos mil cosas que tiene que merecen festejos. Pero no hagamos de la muerte una fiesta... no lo es... por muchos dulces y disfraces con los que la adornemos.

sábado, 12 de septiembre de 2015

Mariposas Negras



Tenía mi vida amarrada… eso pensaba.
Todo funcionaba a pedir de boca. Había llegado a un punto en que la estabilidad me hacía sentir ese calor agradable que se acerca tanto a otorgarte la felicidad.
Pero no… La vida siempre es un reto; no te da tregua… Es como la mujer hermosa que se hace de rogar para entregarse a un hombre, y ello la hace más hermosa aún.
Esta es la conclusión que saqué de esta vivencia… La vida es muy hermosa… Hay que vivirla día a día, arrancándole lo mejor, viviéndola sin prisa pero a la vez sin pausa.
Aquella mañana fue la de un día normal… Pero quizá algo me iluminó. Llevaba ya largo tiempo obviando las llamadas que mi cuerpo me hacía, cada vez con más constancia. Algo no iba bien… mi visión se hacía más inestable que nunca. Cobré consciencia de que no había duda… aquellos síntomas no desaparecerían solos.
Primero fueron aquellos mareos al levantarme… luego las piernas que me amanecían dormidas cada mañana… el episodio de vértigos… y por último esa desagradable diplopía, que me hacía ver doble…
La citada mañana, sin saber por qué, me obsesionó la duda que tenía hacía ya tiempo… Esa que llevaba mucho   ocultándome a mí mismo… enterrándola bajo el trabajo… olvidándola al compartir chanzas con los conocidos… o cuando regalaba un beso a mi mujer: “¿Estaba realmente enfermo?”
Fue ella, el amor de mi vida, la que tomó el mando enérgicamente, como suele hacer en situaciones de crisis, y puedo decir que me arrastró casi de un puñado al hospital; quizá parezca una tontería, pero de no haber sido por ella, y por su determinación, es muy posible que aún siguiera con mis síntomas, o quizá hubieran surgido nuevos y más vejatorios; sí… porque el que padece y no hace lo imposible por dejar de hacerlo, está sufriendo una vejación continua.
Tal vez, de no haber sido por su contundencia hubiese corrido una peor suerte.
En fin… Luego vino mi ingreso. Pruebas de todo tipo, más o menos agresivas. Pero fue ahí donde descubrí que hasta en la enfermedad es posible encontrar una sonrisa a la vida.
Por supuesto fue ella… Susana otra vez… mi mujer, la que me hizo despertar de la depresión en que andaba sumido, y no se separó un momento de mi lado, aportándome la fuerza necesaria para disipar esas mariposas negras que me rondaban… esas que acabé borrando, y que estoy seguro tener ya el valor, después de todo lo acontecido, para no permitir que nunca más se acerquen a mí.
Hasta de las peores experiencias se sacan cosas positivas… Eso es algo que he aprendido en mis propias carnes, durante mi estancia en el hospital.
El destino puede llegar a ser maquiavélico, pero siempre tiene a bien otorgarte una tregua. En este caso fue Alberto, mi compañero de habitación. Un chaval de veinticinco años al que la enfermedad le ha obligado a permanecer demasiado tiempo hospitalizado… en aquella habitación.
El supo ofrecerme, desde que nos conocimos, su amistad, su experiencia, (para que ciertas pruebas fuesen más llevaderas), y su optimismo, que no flaqueaba nunca; pero lo que más valoré de la variedad de regalos que me hizo, fue su sonrisa.
Ya me dieron el alta y abandoné el hospital. Curiosamente, a pesar de que allí he vivido una de las peores experiencias de mi vida, no guardo mal recuerdo de aquella habitación ni de lo que allí ocurrió; porque hay cosas como el amor, la amistad y la generosidad, que pueden incluso a la enfermedad.
Pero lo más importante que he aprendido de toda esta experiencia, es que nunca, nadie, debe resignarse a dejar volar a su alrededor esas molestas mariposas negras. No permitas que en tu vida haya sitio para ellas. Hay muchas personas como Alberto, que incansables las combaten día a día; les debemos el respeto de evitar ser transigentes con ellas.
La vida, por mucho que te castigue siempre tiene algo de especial… de maravilloso. Debes tomarlo siempre, por muy cansado que estés… Nunca debes desfallecer en intentar arrebatárselo.
No dejes jamás que te ronden mariposas negras… no tienen derecho a ahogar tu vida.


sábado, 30 de mayo de 2015

Un pedazo de pan vacío

Todo se acaba en la vida... Eso es evidente, y por eso no puedo evitar convertir en mi credo el posicionarme en contra de cualquier cosa que llega a mis oídos y me parece injusta y denunciable.
Un hombre sabio, puede que el más sabio que conozco, me hizo un comentario con todo  el conocimiento que derrama una persona que sentencia, seguro de sí mismo y sin ningún tipo de condicionamiento; " la política es mentira..., es un engañabobos despiadado, y todo lo que tiene que ver con ella no es otra cosa que pura demagogia".
No sospeché en el momento de oír su teoría, cuanto de cierto reconocería ahora en aquella afirmación.
Procuro no arañar a la vida nada que no me parezca necesario, pero no puedo pretender no ser ciudadano del mundo, ni coartar mi oído, mi inteligencia y mi razón, por ese orden, guardando silencio ante tanta barbarie, mala intención o incompetencia; o, un poco quizá de cada uno de los citados tres defectos, que encierran gran parte de mujeres y hombres que conforman la clase política española.
Tanta injusticia y tanto atropello, con mayor o menor intención acaban clavándose en mi alma como a fuego y provocando mis letras más exaltadas.
Que voy a hacer al respecto..., escribir es lo que tiene, que no es siempre una virtud social que te permite hacer amigos, ni pretendo que todo el que me lea me entienda o comparta mis argumentos; pero lo que en este blog plasmo, como siempre, es mi opinión, a sabiendas y otorgándoles todo mi respeto a esos muchos que piensan de otro modo , y me borrarán para siempre de entre sus amigos de facebook.
Todo se encendió en mi cabeza de repente, como  sucede cuando uno sufre cierto estimulo externo que le obliga a cobrar consciencia sobre algo que siempre estuvo ahí, pero que por estar sumido en mi conformismo, nunca despertó esa desidia a caer mal por decir verdades como puños, que no todo el mundo quiere escuchar.
Se trataba de ese anuncio de televisión, en la que una madre convence a su hija, dándole un pedazo de pan abierto y vacío, para que valiéndose de su imaginación lo rellenase de lo que más gustara, para que así tuviera una merienda suculenta.
Este anuncio es de un dramatismo exacerbado y por desgracia  muy real en demasiadas familias españolas.
El gesto, tan bien caracterizado, de esa madre, abrazando a su hija con los ojos inundados en lágrimas debió doler mucho a esos políticos, que tienen en sus manos el poder evitar que tantos niños pasen necesidad, acertando con sus políticas; y si no ocurrió así..., si ese gesto no les removió, además de que no tienen conciencia, no son dignos de representarnos.  Que no estamos hablando del tercer mundo, que por desgracia siempre estuvo ahí, como símbolo del egoísmo humano; que ahora estamos hablando de nosotros..., de los de aquí..., de nuestros hijos, de ellos, que están pasando hambre mientras ustedes, señores políticos, me da igual vuestro palo o vuestras creencias..., estáis quitándole el pan , y no tenéis más preocupación que sentaros en un sillón para robar más; aquel que ya nos ha robado, o para empezar a hincar el diente en el suculento pastel de lo ajeno; aquellos que aún no han tenido la oportunidad de robarnos.
Ahora seguid predicando vuestras virtudes, y las virtudes de vuestros programas..., seguid en busca de todo ese poder que tanto deseáis.   
Estamos todos locos..., lo que más importa a los que nos queda algo de conciencia, es que ese anuncio deje de ser verdad; que los padres nunca sufran la aberración de ver que sus hijos pasan necesidad..., ese debe ser vuestro mayor anhelo... Porque han conseguido que yo, y muchos otros como yo, tengamos que dar la razón a ese hombre sabio que afirmó algo que, yo hoy, suscribiría a voz en grito, si pudiera hacerlo en el mundo de las letras: - LA POLÍTICA NO ES MAS QUE UNA GRAN MENTIRA-
https://www.youtube.com/watch?v=-rQP59rshCI

domingo, 10 de mayo de 2015

El pintor de cuadros



  Esta noche me sentí un caballero… Serlo…, puede uno serlo en mayor o menor grado en cualquier momento, pero sentirse tal…, en raras ocasiones tiene uno el privilegio de sentirse.
Fue obra de Juan; llamémoslo Juan, porque en realidad desconozco su nombre. Lo deduje de la difícilmente legible firma que plasmó en el vértice inferior izquierdo del pequeño cuadro que me vendió.
Nunca había comprado un cuadro en mitad de la calle; es más, nunca había comprado en la calle nada que tuviese más valor que un boleto de lotería. Pero esta noche, Juan, me vendió su cuadro.
Juan es un hombre de unos sesenta años, enjuto en extremo y sin dientes. Su cara es una muestra de lo duro que puede pegar la vida. Luce una media melena ondulada cuyas guedejas peina en capas perfectamente ordenadas, a pesar de sus carencias tiene el porte de un pintor de otro siglo. Lo había visto otras veces caminando por mi barrio, distraído…, ausente…, concentrado, pude que en su arte, o puede que siempre se muestre prevenido ante las puñaladas que asesta la vida.
El caso es que hoy se dirigió a mí, derrochando una perfecta educación, una educación que tampoco reconocí de este tiempo; mostrándome el cuadro que ilustra este escrito, y presentándome una oferta para su venta, esmerándose en la forma…, hablándome rápido, nervioso, pero con palabras muy elegidas; se notaba que para Juan era vital venderme aquel cuadro.
No tardé en darme cuenta que Juan no era un pedigüeño cualquiera…, era un autor, que por necesidad ejercía de marchante de arte, educado en sobremanera y  de una vasta cultura. En definitiva, alguien a quien merecía la pena escuchar.
Solo le hice una pregunta: “¿Lo pintaste tú…?”.
 Lo cierto es que nada más pronunciar esas palabras sentí que al hacerlo había demostrado una soberbia que no pretendía. Me estaba dirigiendo, hablándole de tú, a un hombre al que no conocía, que era mayor que yo, y en todo momento me trató de usted y de señor; una fórmula que hoy en día, rara vez se utiliza junta. Es por ello que me sentí un poco miserable, y ese sentimiento ya me había hecho decidirlo, muy caro tendría que ofrecerme ese cuadro para que no se lo comprara.
Al entender que estaba mínimamente interesado en su arte, me hizo una oferta que me pareció irrisoria por algo que sale de la mano de un artista, pero como digo, era tanta la necesidad que tenía de llevar a cabo aquella venta, que sin dejarme siquiera terciar palabra, bajó por dos veces su oferta.
No me pude negar a comprar esa pequeña obra de arte…, ese cuadro que encabeza estas líneas.
Una vez adquirido, ya más relajado y feliz por haber conseguido esa venta, me confió que había tardado cuatro días en pintarlo, que lo hacía por necesidad y porque se le olvidaba el hambre mientras lo pintaba….
Es una casa en la playa, y no es que sea el más hermoso cuadro que nunca he tenido, pero lo dejaré siempre coronando mi biblioteca, entre mis libros, donde pueda verlo a diario; porque no es el cuadro más hermoso que nunca he tenido, pero sí es mejor que cualquier otro. Así lo catalogué desde el momento en que Juan me dio su última explicación: “… Cuídelo señor…, esa casa es mi sueño.”
Pocas son las personas afortunadas como yo, que pueden guardar un sueño en su biblioteca.


domingo, 26 de abril de 2015

SI... TODAVÍA TENEMOS FUTURO

    Dicen que los que nos gusta esto de la darle a la letra, precisamos de un agente externo que nos estimule a arrancarnos, y ponernos a escribir.

Es cierto; al menos en mi caso. Yo necesito que un concepto, una noticia..., una foto, estimulen mis neuronas de escritor.

Es el caso de lo que me ocurrió esta mañana... Una foto, que me enviaron por wasap de unos niños que conozco muy bien... Dos primos compartiendo los momentos previos de ver a su equipo jugar un partido de futbol.

Vistiendo los colores de su Málaga natal miraban a la cámara abrazados..., sonrientes..., orgullosos de aquellos colores que vestían y hacían suyos.

Visionar esa foto me supo mucho más que a eso; que contemplar  la imagen de dos chavales que acuden a ver jugar a su equipo... Me dejó el dulce sabor de un futuro mejor; ese sabor que últimamente, no siempre estuve seguro de poder volver a alojar en mi paladar, y que tan grato se me hace.

Sí..., hay futuro..., seguro que lo hay; un hermoso futuro por delante.

No hay más que ver a esos niños para ver que todo mejorará. Que ellos y tantos otros como ellos, sabrán darle vueltas a este País, tantas como sean necesarias, para convertir, únicamente en triste pasado, lo que ahora estamos viviendo.

Ellos solo son dos briznas de hierba fresca..., dos brotes verdes en medio del erial en que hemos convertido nuestra tierra…, desaprovechando nuestro tiempo. Escondidos por el miedo al recuerdo del pasado.

Nunca debimos conformarnos con el presente, justificando que el pasado fue peor.

Pero esa foto me llenó de optimismo. Ellos están ahí... Y como ellos, otros muchos, a los que sus padres; hombres y mujeres de bien, terminarán de forjar, ayudados por lo aprendido; enseñándoles a no huir nunca de nada. Para que le den un nuevo rumbo al mañana, y borren de un plumazo ese hoy que tanto nos preocupa.

Es por ello, que vosotros, mi pareja preferida de hinchas del Málaga, me habéis alegrado la mañana.

No olvidéis nunca los nexos que os unen... Ni olvidéis esa foto, y lo que sentíais cuando os la tomaron... Porque tenéis en vuestras manos lo más valioso que un hombre puede tener... EL FUTURO. 

sábado, 21 de febrero de 2015

Sentirse escritor


Sentirse escritor es una experiencia que recomiendo... Vivir otras vidas por momentos, olvidando las nuestras...tan manidas...tan ajadas.
Poder sentirse rey de otros mundos y dibujar la vida de unos personajes que al final terminan siendo tu familia... Con defectos y virtudes, que sin tú saberlo... quizá sin notarlo, heredaron de ti, de tu alma... de tu yo más interno... de tu miedo y tu arrogancia.
Olvidar las miserias que te rodean... los problemas que te rondan y te asaltan. Y todo ocurre de pronto... en un momento ... el más inesperado... el más comprometido... a veces el más inoportuno. Pero tú sabes que cuando eso ocurre no hay excusa; debes obviarlo todo y dejarte llevar, porque negarte a ello sería como desperdiciar una vida... una vida efímera, cierto, pero maravillosa e irrepetible, como son todas las vidas.
Cuando una musa llega volando, (porque las musas siempre tienen alas), no tienes opción; tienes que abandonar tu voluntad a ella. Entregarte sin condiciones... aceptar su magia...  sus caprichos y aferrarte a sus piernas largas , (también condición indispensable en toda musa... largas y seductoras piernas); porque ella nace de repente como la esencia de un sueño, o florece como la espuma de una ola... y madura rápido... quizá demasiado. Porque una musa tiene muchas vidas, pero muy cortas todas ellas. Por ello, como todo buen amante debes respetarla primero... abrazarla después, y por último hacerle el amor... con toda la intensidad de que seas capaz... porque esa musa será la que habrá de engendrar tu obra.
Luego, cada vez que la leas... cada vez que te sumerjas en la prosa que escribiste, tú, y sólo tú, sabrás encontrar los matices de ella... de aquella linda musa, tan especial, que tuvo la generosidad de parir tu obra.
Más tarde despiertas... y te encuentras con tu realidad delante... tan cruda como lo era antes de evadirte... antes de volar de la mano de tu musa... Pero nunca la olvidarás, y por mucho que pasen los años siempre habrá una obra que te evidencie que existieron... que fueron ciertos aquellos felices momentos .
Me encanta sentirme escritor...


miércoles, 4 de febrero de 2015

Enamorado de mi pasado



Me enamora la palabra pasado…
Porque me gusta recordar mis sueños… que el olvido no los borre con el amanecer, y  me hagan sonreír en mitad de la mañana.

Me apasiona la vida que he vivido… los besos que ya he dado… aunque sean irrepetibles…  las copas consumidas en buena compañía… Los silencios cargados de miradas y matices, donde no encajaba ninguna palabra.

Los gélidos vientos, aunque lo fueran mucho, y en muchas ocasiones me azotaran… helándome el alma… Porque sin pretenderlo acabaron haciéndome sumamente fuerte; y me enseñaron que su bramido también forma parte de la vida.

El recuerdo de esos cálidos atardeceres que viví junto a ti,  abrazando tu cintura, también me hace vibrar… Grabados en mi memoria como a fuego… mirando el mar… y el sol… escondiéndose tras de él… hipnotizado por el ronroneo de sus olas… enamorado de tus ojos exultantes.

Me emocionan los hombres y mujeres que estuvieron ahí, cuando andaba perdido… que me tendieron sus manos, y en silencio… simplemente… escucharon mis palabras. Porque no hay mejor amigo que el que está a tu lado cuando bajas, y te oye con atención, incluso cuando no tienes nada que decir.

Me embriagan los recuerdos de mi vida, buenos y malos… vida, quizá simple y vacía, pero mía…   No puedo evitarlo…me enamora mi pasado; sus luces y sus sombras… me enamoran.